Pensamiento.

Mariposa de volar incierto es mi pensamiento;
ráfagas de incertidumbre me alejan de las flores.

A mi edad ya no hay certidumbre,
todo se reduce a un--- tal vez.

La mirada deja un rastro sobre el camino,
y mi paso es cauteloso y cansino.

Pasos lentos, sin prisa, evitando caer
porque la caída sería letal.

Mi fortaleza es un lirio y una rosa, flores que me entregan su belleza sin condiciones
y me alegro de tenerlas tras un largo sendero
de abrojos y de espinas.

El lirio y la rosa seran quienes cubran mi tumba
y mi alma se elevará con el aroma de sus pétalos.

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El inexorable...

Cuando las manos se vuelven trémulas,
cuando el corazón debilita su latir;
cuando el cuerpo no responde con fuerza,
es cuando el sentimiento se vuelve más suave,
con esa suavidad y ternura que la juventud no conoce...

los ojos se abren más en un afán de captarlo todo.

Los años van forjando la llave que abre el gran cofre
para llenarlo con los tesoros que la mocedad desperdició.

Ahora deseo con más vehemencia en una  ansia de prodigar
con creces la dulzura del sentimiento
y derramar la suave tibieza de la ternura...

Pero... ¿a quién le importa un viejo?

A pesar de que el vino nuevo
jamás tendrá la suavidad y la dulzura
del vino añejo.


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Laberinto.

El camino de la vida lo describe Dédalo mostrándonos ampliamente la entrada y luego somos atraídos por los pasajes, todos similares, pero la curiosidad nos atrae, cada esquina, cada vuelta nos va llevando hasta que perdemos por completo la entrada y es ahí, precisamente, donde reside su belleza.

Caminamos y caminamos tratando de encontrar la entrada y nos perdemos más y más, porque no se trata de volver, sino de seguir hasta encontrar la luz al final del laberinto de la vida.


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El piano viejo. (Para Chavita Rodríguez)

Ante un piano viejo y deteriorado, el hombre joven se sienta ante él con el mismo respeto que si se tratara de u  propio y preciado teclado.

Las teclas amarillentas y negras, al conjuro de su caricia cantan.

Sí, su sonido o tiene la pureza de antes, pero la melodía cobra nuevos matices y el piano responde agradecido a la caricia del artista.

Él sabe de las inclemencias del maltrato y sus dedos se deslizan en arpegios que disimulan el sonido de cuerdas rotas y la música brota delicada y bella y el viejo piano agradece que le saquen de él lo bueno que aún tiene.

Tras escucharlo, le pregunto que cómo puede sacar tan bellas melodías.

El joven artista  sonríe y contesta: "No soy yo, es usted que sabe comprender que, aun viejo y deteriorado, el piano responde a quien, con amor, sepa acariciarlo. Yo sé que dentro del alma queda un sentimiento que comprende el deterioro del tiempo".


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Matemáticas.

Esta palabra proviene del griego 'matematikós' que significa "el que aprende, el que ama aprender, discípulo..." lo curioso es que en griego, aunque termine con 'sigma' (S) no es plural, así que en español debería ser matemática (sin la  S), pero la moda se covierte en uso, el uso se convierte en costumbre y la costumbre se convierte en ley.
Es bueno saber semántica -estudio del significado de las palabras-, es divertido saber etimologías (por qué usamos tal o cual palabra.

Como dato curioso: no es lo mismo educar que instruir. En 1925 era Ministerio de Instrucción Pública, ponen a José Vasconcelos al mando y le cambia el nombre por Secretaría de Educación Pública. El viejo refrán reza: "La educación se mama", es decir que en casa nos enseñan las buenas costumbres: el aseo, el uso de los cubiertos al comer, respeto por los mayores, etc., e instruir significa el conocer: gramática, literatura, matemática, química, etc.

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Vida.

No puedo imagina la vida sin sueños, sin ilusiones, todo lo que la gente seria llama locura.
Los hombres libres no se someten ni someten a nadie, simplemente viven y dejan vivir.
Su pensamiento está por encima de la política y los convencionalismos sociales.
Los imbéciles gastan, los inteligentes invierten, especialmente el tiempo, que es la medida de la vida.
Nos incineran desnudos cuando morimos, igul que cuando nacimos.
Los idiotas viven tratando de quedar bien con los demás, los locos, los artistas, los científicos, los sabios viven para estar bien con ellos mismos y son los ue alcanzan, en cierta medida, la felicidad.


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Desierto amigo.

Desierto amigo ¡cómo te extraño!
Tú me enseñaste a conocerme cuando  me mostraste el espejo en que vi un cielo límpido y azul, un sol intensamente luminoso, una brisa suave que susurra al pasar entre las ramas de los ocotillos y los mezquites y los palmitos musitaron un silencio de paz que no conocía.
"Mírate, observa el camino que has recorrido y piensa a dónde te ha llevado. No claudiques decepcionado por lo que ves, aún falta camino por recorrer. Sigue adelante, ¡siempre adelante!"
Abrí los ojos y escuche el trino de los gorriones, el grito áspero del cuervo, el vuelo suave y tranquilo de las auras.
Briznas de colores salpicaban la blancura del suelo y sonreí sintiendo dentro de mí una paz desconocida y bella.
Desierto amigo ¡cómo te extraño!


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Mi plaza.

Los viejos árboles de mi plaza sollozan por la noche.
La tristeza arranca sus hojas y sus ramas mueren
dejando al tronco viejo y abandonado.
Los árboles de mi plaza lloran por la noche,
los jóvenes la abandonan subyugados por la tecnología.
Las tiernas palabras musitadas al oído de la amada
se convirtieron en claves indescifrables, frías, impersonales.
Los viejos árboles de mi plaza lloran por la noche
y yo lloro con ellos.

Necesito de ti.

Necesito de ti para saberme.
No soy ni existo sin ti.

Es cierto, me gusta la soledad y el desierto
donde me reencuentro,
pues sé que soy y soy sólo por ti.
No concibo la existencia sin ti,
sin ese alguien que le da sentido a mi vida.

Simplemente el "soy" sólo tiene razón cuando digo "somos"
¡
¿Cuándo me doy cuenta de mí?
Cuando te veo, cuando me ves...
sin ti no existo.


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Sin título.

Pensar en respuestas que no tengo es una obsesión que me aniquila.
Quiero pensar en lo que vale la pena y tampoco pienso en algo.
Sólo vienen a mi mente los recuerdos de una niñez que no me abandona, sigo soñando y teniendo fantasías.
Pienso en los amigos, aquellos que compartieron mis alegrías, tristezas e ilusiones.
Pienso en las flores que adornaron mi jardín, pletóricas de color, de amor escondiendo bajo sus pétalos las espinas del dolor.
Pero valió la pena.
Aquí estoy, como en la niñez, con los pasos vacilantes de la vejez.


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