Ante un piano viejo y deteriorado de tanto ser tocado, el hombre se sientante él con el mismo respeto como si se tratara de su propio teclado.
Las teclas amarillentas y negras, al conjuro de su caricia cantan.
Su sonido no tiene a pureza de antes, pero la melodía cobra nuevos matices y el piano responde agradecido a la caricia del artista, él sabe de las inclemencias del maltrato y sus dedos se deslizan sobre arpegios que disimulan el sonido de cuerdas viejas y la música brota delicada y bella y el viejo piano agradece que saaquen de él lo bueno que aún le queda .Tras escucharlo le pregunto que cómo es posible que tocar tan bellas melodías
El artista sonríe y contesta:
No soy yo, es usted que sabe comprender que aún viejo y deteriorado el piano responde a quien, con amor lo acaricie. Sé que dentro del alma queda un sentimiento que comprende el deterioro del tiempo.
(Para Chavita, Julio Aguilar, con mi agradecimiento y admiración).
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