Entré en el laberinto de la vida sin la precaución de Teseo,
no tuve una Ariadna que me guiara y pudiera regresar.
Mejor así, no quiero volver, ¿para qué regresar y ver lo que ya conozco?
Lo hermoso de vivir es lo incierto, sé hacia dónde voy, cuál es mi llegada,
pero no sé qué hay mientras camino y camino porque quiero saber
y ese saber lo veré cuando llegue.
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