Gente, nadie.
Impersonal, inadvertido camino por las calles.
Sólo las viejas fachadas, la cantera tallada
captan la atención de unos cuantos.
Los árboles, las flores no atraen a nadie
y son más señoriales y más bellas;
nuestras manos enlazadas lo saben
y se estrechan bajo lo fronda y ante los colores.
La grandeza de la vieja torre nos cubre con su sombra;
guardamos un respetuoso silencio de fervor
y damos las gracias por la gracia de nuestro amor.
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