A un pueblo llegó un gay muy amanerado, iba cohibido y al llegar a una pequeña plaza vio a un viejo sentado en una banca, el recién llegado se sentó en la misma banca. El viejo lo miró con indiferencia. El visitante le saludó muy discretamente.
-Buenos días, señor.
El viejo le miró y respondió al saludo. El visitante quería acarle plática y comenzó.
-Sabe, yo no soy de aquí... y usted?
-Aquí nací y aquí he vivido siempre -respondió sereno.
-Ah, qué bueno -comentó el visitante y continuó:-Pue he venido porque... pues me dijeron que aquí vive un hombre muy -titubeó- especial...
El viejito le miró dubitativo y le preguntó:
-Y cómo se llama ese individuo?
-Ay, pues no sé, pero me han dicho que es muy... ay cómo decirlo? ejem... muy apasionado.
El viejito lo miró a los ojos sin decir nada.
-Lo que me dijeron es que es muy... ardiente sin importar si es con una mujer o con... otro.
-No, pos quen sabe, otro indicio que tenga -le dijo el viejito.
-Pues sólo sé su apodo.
-Ah, bueno, aquí todos nos conocemos los nombres y los apodos. C-omo lo apodan?
-Le dicen "El Pacorro"
-Pos no conozco a nadie que le digan así. ¿Cuál dijo que era su característica?
-Apasionado sin importar sea mujer u hombre.
El viejito meditó un poco y preguntó:
-Cómo es el apodo?
-"El Pacorro"
El viejito medito un momento y luego exclamó:
-AH! Apasionado sin importar quien sea... sí sí, pero no es "El Pacorro" es el párroco!
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