Una gota anuncia una tarde donde reinará la fantasía
y una llovizna de minutos refrescará por un momento
la aridez de la memoria y lentamente reverdecerán
los resecos tallos de los recuerdos.
¿Para qué recordar? Las imágenes en la mente
sólo son fantasmas de muertos hechos polvo.
Así son las tardes llubiosas del estío:
un resucitar de cadáveres enterrados en un panteón
que ya no existe.
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