martes, 11 de junio de 2019

Sin título.

El brillante y ardiente sol ha perdido fuerza,
el otoño se anuncia con noches frescas
y mañanas nubladas.
 Cielo gris que invita a meditar y a soñar,
los recuerdos vuelan en giros como buitres
queriendo comer la carroña de mi memoria.

A esta edad la memoria no es fresca,
pero sigue enviando sus imágenes
teñidas de +color sepia por el tiempo.
Es bueno, no hay nostalgia, ese
"dolor por el regreso", así me siento bien,
especialmente del alma
aunque el cuerpo no sienta igual.

Esa vieja memoria me hace sentir la vida pasada,
cuánta de ella desperdiciada, pero también
mucho de ella disfrutada,
aunque los frutos no sean apetitosos,
pero, al fin, frutos.
Lo hermoso no son los frutos de mis ramas,
sino los producidos por la semilla que de ellos cayó.

Sí me gusta el otoño y más el invierno,
mas no por ello desprecio a la primavera y el verano,
con los primeros me identifico más,
son como cofres que me muestran los ajados recuerdos
y los recuerdos son la constancia de la vida.

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