viernes, 27 de marzo de 2020

Pianista.

Los dedos se deslizan ajenos al artista, parecen entes separados.
y van desgranando la esotérica escritura de la partitura y brota la música.
Flota invisible y va invadiendo al espíritu como copa de licor que va embriagando
deliciosa y lentamente.
La reacción no se hace esperar y aparece mostrando el yo interno.
Música y vino desnudan el alma y se muestra auténtica con la complicidad de la noche.
La euforia o la melancolía o la tristeza encuentran sus semejantes
y conviven en franca y hermosa armonía.
Todo se esfuma, desaparece cundo llega, inopor5tuno, el día.

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Buscando una fuente donde refrescar el alma, hice cuenco con mis manos para dar un sorbo
en el lago de mis recuerdos y el agua estaba amarga,
con esa amargura que quita la sed y permite conocer
la dulzura de otras aguas.

1991

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