Las rotas velas aún se hinchan
con el soplo de la esperanza,
ya no es el juvenil vendaval
que arrostró peligros creyéndose invencible;
ahora una suave brisa desliza mi nave;
ya no necesito asir el timón,
la nave viaja sola hacia el único puerto
en donde al final atracan todas las naves.
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