martes, 27 de junio de 2017

Palabras.

En mi larga vida he podido vivir sin la matemática -la aritmética es indispensable-, pero es imposible vivir sin palabras, ni siquiera podemos pensar sin ellas. No me refiero a ser un experto en lexicología, no, las palabras comunes ya que cada artículo, sentimiento, pasión, etc., tienen su nombre. Hace muchos años en la escuela Pereyra me puse a platicar con los alumnos y les dije que no usara las palabras "cosa" y "algo" a menos que fuese indispensable. Fue una clase muy divertida ya que todas las "cosas" tienen su nombre. Muchos y muchas de los alumnos usaron la palabra "ancheta" (modismo para nombrar una cosa que no sabemos su nombre) y recordé una anécdota muy simpática: Tuve un sobrino que siempre vivió en Estados Unidos y vino de visita a la casa de su abuela. Estábamos comiendo y el sobrino pidió el salero, pero no sabía el nombre, la abuela de inmediato intervino diciéndonos: "No se lo den hasta que no diga el nombre" Mi sobrino comprendió y con su acento "agringado" dijo: " Por favor dame esa chingadera" (¡!) La abuela se escandalizó y mi sobrino como excusa dijo: "Es que mi papá me dijo que cuando no supiera el nombre de algo, sólo dijera "chingadera" y todos iban a entender". Y tiene razón.


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