Se fue el otoño y llegó el invierno, creí que sería terrible, pero me doy cuenta que no es así, las flores visten sus galas y las aves cantan sus hermosas arias.
Contemplo el andamiaje de los árboles y me extasío contemplando su sencillez y, a la vez, su fortaleza.
Los nidos ponen su puntuación a las frases de las ramas escribiendo el fondo de un hermoso poema que Dios escribió para los viejos, únicos que podemos comprenderlo.
La primavera, el verano y el otoño se han ido dejando para el final, como un dlicioso postre en el banquete de la vida, la deliciosa y dulce copa del invierno.
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