Los murciéelogos revolotean como sólo ellos lo hacen, en aparente desorden, pero nunca chocan;
así revolotean mis recierdos en un aparente caos y luego se posan y pasan inadvertidos colgados ordenadamente, en las oscuras grietas de mis años.
Quieto y silencioso en la penumbra los contemplo uno a uno, se parecen mucho, pero son distintos: parecidos mas no iguales... así son los recuerdos.
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