EPOC

 Creí ser inmune al EPOC Y de pronto el sustazo, abro los ojos y veo a mhijita adorada. Pregunté la hora porque ya el sol se había puesto y cuando me entero de que había estado inconsciente por cai dos días. Me sentí sorprendido, no podía ser... pero era muy real. Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica ¡! Había oído ciertas descripciones que me parecieron mentira... pero no fue así, es lo más terrible que me ha pasado en mi larga vida. No encuentro la manera de que se lea coherente lo que platiqué, al escucharme a mí mismo me puso en la puerta de lo increíble, tanto así que si no fuera yo quien platicaba con incoherencias, no había una secuencia lógica, simplemente espantoso, más o menos parece que salgo d tan horripilante que no tenía sentido lo que decía. Es espantosa esta enfermedad causada por el tabaco... y no tiene cura, tal vez pueda controlar el "reborujo" de pensamientos. CUIDADO! NO TIENE REMEDIO... aunque -tal vez- pueda tenera mejoria, pero ¿quedar más loco de lo que ya estoy? Ta ca...n.

MAR DE PIEDRA:

 Hay quienes cantan al mar, a la selva,

al bosque y a las montañas,

pero es que no conocen el desierto.

Yo vivo en un desierto que fue mar

y tiene olas inmensas de blanca arena,

en sus secos arrecifes están las huellas

de los millones de años de su creación.

Aquí deambulan los que fueron peces

y van dejando sus huellas al andar, al correr

al reptar y al volar.

Desierto: eres arena y me convertiré en parte de ti

cuando la profecía se cumpla

"y vuelva el polvo al polvo."

             X  X  X

Nazas.

 Eres una cicatriz que el tiempo no ha borrado;

el ancho lecho de tu caudal

es tan sólo un páramo

flanqueado por áridas montañas.

Cómo nos parecemos:

mi caudaloso torrente también se evaporó,

mi cauce desaparece en el infinito.

Aquí estoy en mis despojos viendo los tuyos,

sólo nos queda el recuerdo

de nuestro caudaloso pasado.

Todo tiene un final,

aceptemos el nuestro con la satisfacción

de que fuimos caudal, torrente y vida.

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Viento.

 El viento viaja solo.

Dube montañas por las laderas i se eleva al cielo.

Corre  por los valles solo,

con esa plenitud que sólo la libertad permite.

Así viajo yo, como el viento.

A veces bisa a veces vendaval,

a veces calma ficticia

que se delata en una hoja o en una caricia.

Así seguiré suavemente,

con esa lentitud que la edad obliga

deleitándome al recorrer tu cuerpo

con mis manos y mis labios

convertidos en suave soplo vespertino.

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Silencio.

 Las aristas del silencio, afilados cristales,

punzan y sangran mi soledad.

Un rayo de luz que brota entre las nubes del recuerdo

proyectan en el alma tu imagen.

El vacío se prolonga,

el silencio derrama la sangre de la soledad

y un abismo de tristeza se abre,

el vértigo me empuja

y mis manos se aferran  a la esperanza,

la inútil esperanza de olvidarte,

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