Tú me enseñaste a conocerme cuando en el silencio inmenso me mostraste el espejo en el que vi un cielo límpido y azul, un sol intensamente luminoso, una brisa suave que susurra al pasar por entre las ramas de los ocotillos, los mezquites y los palmitos musitaron el silencio melodioso que desconocía.
"Mírate, observa el camino que has recorrido y piensa lo largo que ha sido. No claudiques decepcionado por lo que ves, aún falta por recorrer. Sigue adelante, ¡siempre adelante"
Abrí los ojos y escuche el trino de los gorriones, el áspero grito del cuervo, el vuelo suave y tranquilo de las auras.
Briznas de colores salpicaban la blancura de tu suelo y sonreí sintiendo dentro de mí una paz desconocida y bella.
Desierto amigo ¡cómo te extraño!
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