Desierto amigo ¡cómo te extraño!
Tú me enseñaste a conocerme cuando me mostraste el espejo en que vi un cielo límpido y azul, un sol intensamente luminoso, una brisa suave que susurra al pasar entre las ramas de los ocotillos y los mezquites y los palmitos musitaron un silencio de paz que no conocía.
"Mírate, observa el camino que has recorrido y piensa a dónde te ha llevado. No claudiques decepcionado por lo que ves, aún falta camino por recorrer. Sigue adelante, ¡siempre adelante!"
Abrí los ojos y escuche el trino de los gorriones, el grito áspero del cuervo, el vuelo suave y tranquilo de las auras.
Briznas de colores salpicaban la blancura del suelo y sonreí sintiendo dentro de mí una paz desconocida y bella.
Desierto amigo ¡cómo te extraño!
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