lunes, 24 de febrero de 2020

El inexorable...

Cuando las manos se vuelven trémulas,
cuando el corazón debilita su latir;
cuando el cuerpo no responde con fuerza,
es cuando el sentimiento se vuelve más suave,
con esa suavidad y ternura que la juventud no conoce...

los ojos se abren más en un afán de captarlo todo.

Los años van forjando la llave que abre el gran cofre
para llenarlo con los tesoros que la mocedad desperdició.

Ahora deseo con más vehemencia en una  ansia de prodigar
con creces la dulzura del sentimiento
y derramar la suave tibieza de la ternura...

Pero... ¿a quién le importa un viejo?

A pesar de que el vino nuevo
jamás tendrá la suavidad y la dulzura
del vino añejo.


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