miércoles, 27 de mayo de 2015

Como una suave brisa.



Como una suave brisa llegaste a mí
avivando los rescoldos ocultos
bajo las cenizas del tiempo
y la llama cobró vida;
un calor nuevo recorrió mi ser,
como los ocultos ríos de lava de los volcanes
y así fue, como un volcán largamente dormido
y con el fuego de tu presencia renació,
mas no con estruendo ni violencia,
tan sólo un crepitar y un resplandor que grita:
¡estoy vivo!
                No soy volcán, simplemente una llama,
pero con suficiente calor para mitigar el frío de mi soledad.

Gracias mujer de aire, limpia, fresca y transparente.

Gracias por devolverme la vida con tu vida.

Seguiré mientras el tiempo no agote
las ascuas que me alimentan.

Un día llegará en que ni la frescura de tu brisa
pueda mantener la llama que encendiste.

       Mientras el fatal día llegue,
       sigue, por hoy, avivando el calor
       de la fulgurante llama del amor.

                                                                    l.a.p.

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