jueves, 28 de enero de 2016

Antigua plegaria. Autor: Miguel Othón Robledo (mexicano)

ANTIGUA PLEGARIA.
¡Haz el prodigio, Virgen María!
de que me miren sus ojos claros,
de que me amparen sus rubias trenzas,
de que me nombren sus rojos labios.

Tú que vigilas cuando ella duerme,
entra en sus sueños más encantados
para decirle que soy el héroe
del cuento rosa con que ha soñado.

Habla en secreto con su secretos,
oh, buena virgen, y haz el milagro
de que me amparen sus trenzas rubias,
si no me nombran sus rojos labios.

Haz que se tiña con los rubores
por mí su frente como los nardos
y que leyendo mis pobres versos
tiemblen los lirios que son sus manos.

Haz el prodigio, Virgen María
y a trueque ofrezco bordar tu manto
con los encajes de los luceros
y con la plata de los remansos.

Ya ue me cabe la insigne gracia
de ser poeta, seré tu bardo
para inclinarme sobre las aras
cuando me nombren sus rojos labios,
cuando me amparen sus trenzas rubias,
cuando me miren su ojos claros.

Así clamaba con fe sencilla,
en mis mejores y blandos años
y me nombraron sus labios rojos
y me ampararon sus trenzas rubias
y mee miraron sus ojos claros.

Mas como el tiempo pasa y destroza
todo el miraje que urde el encanto,
pasó el poema como la nube
y el prisma roto mostró el engaño...

y hoy... Virgen santa, si lo pudiera
te pediría con fe de antaño
que desterraras de mi recuerdo
los rojos labios que me nombraron,
las rubias trenzas que me perdieron...
los ojos claros que me engañaron.

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