La vida es como una brasa que consume la rama;
tiene colores brillantes y va cubriéndose de ceniza
que cae formando una mullida alfombra gris.
Imperceptiblemente la rama va consumiéndse
y la brasa sigue brillando,
sólo al final se va opacando lentamente,
pero aún así surgen destellos de rojo intenso
hasta convertirse en un ascua y finalmente se apaga.
¡Cuánto quedará de rama?
No sé ¡y no me importa!
Aún siento ese ardor y ese brillo
que va dejando, como constancia de existencia,
una mullida alfombra tibia de ceniza
que fertiliza la estéril tierra donde cae
y donde algún día me fundiré con ella.
La vida e convirtió en espirales de humo
que subió y se perdió en el cielo.
l.a.p.
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