viernes, 20 de diciembre de 2019

Oculista.

Llegó un individuo a una clínica y abordó el elevador, la elevadorista vio que el individuo llevaba un frasco de a litro -de los usados para conservas- y dentro una muestra de copro casi del tamaño del frasco y muy gruesa. La elevadorista le pregunto:
-Al quinto piso con el laboratorio?
-No -respondió el hombre- Al tercero, voy con el oculista. -La elevadorista se encogió de hombros.
-Tercer piso, oculista -dijo la mujer y el hombre salió. Caminó, vio el letrero de Oculista y tomó asiento. La recepcionista lo vio y también vio lo que llevaba y le dijo:
-Señor, el labora...
-Sí, ya sé que el laboratorio está en el quinto piso, vengo con el oculista.
La muchacha entró al consultorio y le dijo al doctor lo sucedido y el médico simplemente comentó:
-Quién sabe lo que entenderá por oculista. Hágalo pasar.
-A sus órdenes -dijo el médico viendo el frasco con aquel trozote de copro-.
-Es usted el oculista?
Sí.
-El que cura los ojos?-Claro, qué puedo hacer por usted.
El individuo le mostró lo que llevaba en el frasco y le preguntó-
Doctor, por qué cada vez que hago uno de estos me lloran los ojos?
(¡?!)


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