Antagonismo brutal del preente
con el anacronismo de mi alma.
Siempre tarde por creer
que el tiempo es estático.
Tarde, como siempre, me doy cuenta
que los años han dejado su huella,
pero mi alma sigue estremeciéndose
y mi sangre hierve ante ti ¡mujer!
Ahora mi ruego es la ridícula expresión de la agonía,
los grises celajes de un ocaso.
xxxxxxxxxxxxxx
No hay comentarios.:
Publicar un comentario