De: "Palabras al viento" (cont.)

El camino ha sido largo y fatigoso,
iniciado en un fresco vergel infantil
y luego iluminado por las ilusiones
de la adolescencia.
Después, una etapa de ausencia
que lastimó profundamente...
Siguiendo siempre un espejismo
continué caminando
por un sendero bordeado de juventud
en un afán de ir sembrando
árboles que crezcan a plenitud.
Por fin el camino termina
en un paisaje de tranquilidad
y disfruto de ver cómo germina
la semilla de la felicidad.

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La lluvia de tus manos
refresca la aridez de mi alma;
cae suavemente tu lluvia
limpiando las amarguras
y tristezas del corazón.
Las flores de tus ojos
perfuman con su mirada
y los rubíes de tu labios
dan color a lo gris de mi vida.
Ya no hay amargura... ni tristeza;
una caricia, una mirada
-la tuya-
son suficientes para llenar de gozo
el regalo de la vida.

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Solos y en silencio nos lo deimos todo,
¿para qué la palabra si tienes la elocuencia de tu mirada?


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