La luna se levanta pletórica,
el horizonte se baña con su lluvia de luz.
La sinuosa silueta de la montaña se perfila
como tu cuerpo en la penumbra de tu alcoba.
El búho, silencioso e inmóvil,
la contempla embelesado
como yo te contemplo a ti.
El desierto se adivina bajo la tierna iluminación de la luna
así como yo ye recorro con la mirada.
Todo es silencio, paz,
un leve susurro de brisa,
como el rítmico compás de tu respiración cuando duermes.
Furtivo me acerco y me extasío
con la serenidad de tu rostro de niña
y me brota del fondo del alma
un fuego suave que me abriga
y me tiendo sobre ti
como la luz de la luna llena sobre el desierto.
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