Recuerdo aquella noche,
siempre la recuerdo
y hace mucho tiempo de eso.
Fue tan sublime lo que sentí,
tuvo la magia de una ilusión realizada.
Y tú... ¿la recuerdas?
Fue todo furtivo,
las miradas dijeron
lo que las palabras no pueden expresar
y, sin embargo, fueron tan elocuentes.
Después el roce de las manos
y luego la trémula caricia
sobre la suave y tibia clina de tu seno.
Nada más, ni un beso siquiera,
sólo una mirada,
la respiración agitada
y al final vino el despido,
el adiós con la esperanza
envuelta en el terciopelo de un suspiro.
Y nada más...
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