El tiempo y tú no se llevan,
él te ha abandonado,
te ha dejado a un lado,
pero conmigo se queda, se acumula.
La piel se aja y se reseca,
el cabello desaparece
y mis manos tiemblan como hojas de álamo
agitadas por el viento.
En cambio tú sigues igual:
la frescura de tus labios,
la tersura de tu piel
y la ternura de tu mirada.
El tiempo te ha olvidado
o ¿seré yo quien lo ha detenido en ti.
No importa.
Es el amor quien tiene la virtud
de que ante mis ojos
estés siempre en una eterna juventud.
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