El enhiesto minarete marca las horas,
ha marcado los días y los años
señalando siempre el tiempo exacto d la cita.
La hora exacta del primer beso;
el primer día de la escuela,
de la despedida pasajera
y también la despedida potrera.
Aguardaré a que marques la mía,
escucharé tus hermosas campanadas
y volveré mis ojos para verte
antes que unas piadosas manos
cierren mis ojos
cuando me abrace la muerte.
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