PARA ENTONCES
Quiero morir cuando decline el día,
en alta mar y con la cara al cielo;
donde parezca un suelo la agonía
y el alma, un ave que remonta el vuelo.
No escuchar en los últimos instantes
ya con el cielo y con el mar a solas,
más voces ni plegarias sollozantes
que el majestuoso tumbo de las olas.
Morir cuando la luz triste retira
sus áureas redes de la onda verde,
y ser como ese sol que lento expira,
algo muy luminoso que se pierde.
Morir, y joven, antes que destruya
el tiempo aleve la gentil corona;
cuando la vida dice aún: ¡soy tuya!
¡aunque sepamos bien que nos traiciona!
Manuel Gutiérrez Nájera.
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