viernes, 17 de junio de 2016

Anécdota de un poeta.

Para no caer en un error, omitiré el nombre del poeta.
 Se dice que a principios del siglo pasado había un poeta que era alcohólico,  pero también era un fiel creyente. Un día llega a la cantina sin dinero y se paró en la puerta para ver si llegaba alguien que lo invitara a una copa que buena falta le hacía. Había un cliente en la barra platicando con el cantinero y le comentó el cliente:
-Ese trae una buena "cruda"
-Así es.
-Lo conoces?
-¡Claro! se trata de fulano de tal.
-¿El poeta? -pregunta sorprendido el cliente
-El mismo.
-Dicen que es muy creyente.
-Así es -le dijo el cantinero  el cliente le dice:
-Voy a hacer que blasfeme.
-No lo creo.
-Ahora verás -dijo el cliente y se dirigió al poeta:
-Hola, le reglo una botella de lo que quiera si me escribe alguna rima.
-¡Con gusto! ¿Para quién la quiere, la patria, algún amor, o qué?
-Quiero una rima que termine con "Jesucristo en una mierda"
El poeta le miró un momento y aceptó
-Pero quiero la botella primero- Y así lo hizo el cantinero que se sentía un tanto decepcionado de la blasfemia. Tomó la botella y se dirigió al individuo que le había hecho la propuesta.
-Pero que quede claro -dijo el cliente- que termine con Jesucristo en una mierda.
-No hay problema. El poeta lo miró directamente a los ojos  y luego le dijo:
"Nunca la esperanza pierda
que de pobre llegue a rico
y que lo clave de hocico
Jesucristo en una mierda"

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