La existencia se ha ido quedando
hecha jirones en las espinas.
El trayecto ha sido arduo, largo,
sin dejar ninguna huella,
todo ha sido un caminar sin rumbo.
Quise ser sembrador
y la alforja de las semillas
se rompió entre las zarzas.
Llego al final de mi camino sin un fruto,
sólo una flor
y es suficiente para saber
que valieron la penas las heridas y el dolor.
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