miércoles, 5 de octubre de 2016

Cuánto he deseado. l.a.p.

Cuánto he deseado!
Pero, ¿qué ha valido la pena desear?
Me consumo sin arder y es lo que deseo: arder.
No deseo consumirme pudriéndome.

Qué bello sería que mis deseos ardieran
y se realizaran así: ardiendo,
que fueran destellos en la oscuridad,
destellos continuos, pero al fin, destellos de luz.

Pero no, desear así me parece soberbia.

¿Quién soy para desear arden con luz?
¿Nadie? Tampoco. Soy alguien y, como tal, deseo
y puedo desear lo que quiera
al fin que el deseo no es un hecho,
es, implemente, un deseo, algo tan íntimo que no sale de mí.

Entonces... seguiré deseando, tal vez, -el eterno tl vezz-
algún día, circunstancial, casualmente,
choque como el pedernal con algún acero
y brote, instantáneamente, fugazmente, una chispa.

Si es así, mis deseos se habrán cumplido.

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