domingo, 9 de octubre de 2016

sin título. l.a.p.

No sé cómo ha podido ser
que la flor haya podido vivir
en la salobre y escasa humedad de mi alma,
pero es.

Ahí está,
soportando estoica junto a su antónimo.

Florecita enamorada de un seco arroyo,
creciendo en su margen
sin más compañía
que lo calcinados guijarros de mis recuerdos.

Tú, que debería estar en el jardín florido
te acercas al árbol viejo y seco
dando vida a un cuadro surrealista
donde se pueden conjugar
noche y día...
                       miel y acíbar...

                                                bella y bestia...
tú y yo.

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