Soy aquel que conoció la primavera,
aquel que tantas locuras hizo,
soy ese que aún sigue desvariando
tratando de encontrarle sentido a las palabras.
Yo soy aquel que un día soñó y soñó
y que ahora, con un invierno final sigue soñando.
No añoro nada, eso sí es de locos: añorar.
Recuerdo mas no añoro, sigo adelante
con un paso cansino pero constante.
Soy aquel que tendió su mano y sigue tendiéndola
por ayuda y para ayuda
y mi mano sigue abierta.
Si la estela de mi popa se pierde en un horizonte sin fin,
mi proa sigue rompiendo las arenas del desierto;
no tengo barca, tengo un arado tirado por ilusiones
y esperanzas, más fuerte que cualquier yunta;
ilusiones y sueños y esperanzas siguen siendo mi alimento,
las mismas que alimentaron a aquel
que por méritos propios se gano el honroso título de
¡loco!
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