sábado, 10 de diciembre de 2016

El General Pólvora.

Al término de la revolución mexicana nombraron al Gral Pólvora en la Secretaría de la Defensa y vino una delegación de militares franceses en visita diplomática y le tocó a dicho general ser el anfitrión. Los soldados franceses venían impecablemente uniformados, el Gral. Pólvora y su séquito todavía andaban con las cananas terciadas en el pecho y él con su pistola 32.20 en la cintura. Al general como que no le caían bien aquellos visitantes y los llevó al Castillo de Chapultepec, ahí, en la explanada el general de manera sarcástica les dijo con su roca voz:
-Una vez vinieron unos soldaos, quen sabe dionde eran -los recorría con la mirada con cierto desprecio y contiuó- pero antes que jueran a ganar, un chamaco que defendía este lugar, agarrpo la bandera, se vino hasta la orilla del barranco y desde aquí se aventó envuelto en la bandera pa que no juera a cai en manos extranjeras.
Su tono indicaba su indirecta, y el general francés, que era culto, pensaba: "Este nos está confundiendo con los americanos" y le dijo hinchando el pecho:
-Sepa usted genegal que el ejégcito fgancés es el mejog del mundo.
-Adió? -comentó el Gral. Pólvora al tiempo que se atusaba los bigotes.
El oficial francés se molestó por poner en duda su palabra y dijo con tono airado.
- Acaso duda de mu palabga? Se lo voy a demostgrar. Teniente Pieg.
-A la ogden mi gengal! -dijo un soldad cuadrándose ante su jefe.
-Agójese al vacío!
El soldado francés, sin ningún temor, se para en la orilla del precipicio y al momento en que va a saltar, se yergue y grita:
-Pg mi patgia y pog mi honog! -Y salta. El Gral. Pólvora y sus hombres se asombran con aquel acto y el francés le pregunta-¿Alguno de sus hombges hagé lo mismo?
El Gral. Polvora carraspea, se atsa el bigote y dice:
-Clareo que sí. ¡Sargento Praxedes! -le grita a uno de sus hombres, éste se acerca y se cuadra poniendo el dorso de su mano en el ala del sombrerote y dice:
-A la orden mi general.
-Aviéntese pa' bajo. -le ordena el Gral. Pólvora. El sargento Praxedes lo ve y esboza una sonrisa al tiempo que le da una palmada en el hombro, le dice:
A que mi general, ya anda pedo!

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