Me gusta la lluvia de tu voz.
Voz que calma, lluvia que refresca la vida
al páramo de mi ser.
Lluvia que adorna mi cielo gris
con el arco u}iris de tu mirada
y la brisa cálida de tus labios
dejando en los míos el delicioso aroma a tierra mojada.
Mujer de azahar y trigo,
manos de flores de gladiolas
blancas y tersas que resucitan las mías
y lentamente recorren
la sinuosidad de tu cuerpo
tendido sobre el horizonte de mi lecho
y conviertes en tormenta la lluvia
y los relámpagos estremecen con destellos de luz
la ondulante silueta de tu ser.
Soy tuyo y tú mía; hombre y mujer;
árbol viejo y rosa temprana
disfrutando el dulce banquete
de compartir una manzana.
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