Del templo del silencio brotan las flores de la música.
Es el silencio y la soledad
quienes engendran la melodía y la palabra.
El silencio y la soledad son los amantes perfectos
que nunca hacen el amor, son, por sí mismos, el amor.
La noche da a luz al día
y del mismo modo lo sepulta cada tarde.
El silencio crea música entre los dos,
con la complicidad de la noche nace la palabra
con el auxilio de la partera: la soledad.
Noche, silencio, soledad,
génesis de la música y la palabra
y todas ellas llevan en su entraña el amor.
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