Quiero humedecer mis labios
en el manantial de tus sentimientos,
los dos sentimos lo mismo
y la prudencia sella nuestras bocas,
mas no el diálogo de nuestras miradas.
Este amarse en silencio,
este guardar el secreto
esperando el fugaz momento del encuentro.
Bastan unos minutos para compensar el sacrifficio
del silencio y el secreto.
Luego volvemos a la cárcel de cristal
como dos peces enamorados
en peceras juntas.
Aun así soy feliz y si antes tenía todo el mar,
estaba solo, ahora estás tú
y es mayor la pequeñez de mi esfera
porque tú estás a mi vera.
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Cuando las sombras de la noche
oscurecían mi vida
apareciste tú
como una estrella vespertina
y el triste gris de mi ocaso
se transformó en un estuche de luz.
Esa estrella solitaria, tú,
es suficiente para llenar mi cielo.
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