domingo, 16 de agosto de 2015

Sacados de mi cuadernillo "Rescoldos"

Mi palabra es como el río de mi región: seca y árida.

Mi palabra es sólo una herida
del corazón que ya no sangra.

Es sólo un seco cauce que va cubriéndose
de zarzas y abrojos.

Mi palabra ya no es fecunda;
es ave que perdió sus alas
entre ls espinosas ramas de la indiferencia.

Ahora mi palabra repta y se mimetiza con la tierra;
si acaso, es un leve siseo que se confunde
con el lamento del viento,
pero sigue y sigue
dejando una leve zigzagueante huella
sobre la candente arena.

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Soy un libro anacrónico y obsoleto...
ya nadie lee libros.

La imaginación ha ido sustituida
por imágenes impresas
o visualizadas en una pantalla.

Ya no hay la caricia de una hojeada,
sólo el "click" en un "ratón".

Así soy yo, ya no hay quién abra este viejo libro
y recorra con sus ojos para leer
un poco de historia, de fantasía,
de humor y, también, algo de poesía.

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Espera! no te vayas
aún late mi corazón.

Aunque... no sé, tal vez debas irte.

No tengo nada qué ofrecerte.
¿Qué tengo para darte?
nada que valga la pena.

Un arcón palpitante lleno de amor acumulado
durante toda una larga vida;
una copa de ternura que ha añejado un dulce licor
en la vieja barrica del alma.

Una comprensión que ha madurado
con el paso de muchos años.

Una pasión que no ha salido del claustro
de la soledad.

Eso es lo único que tengo y, créeme, no lo sabía
hasta que la luz de tus ojos
iluminó un vida que no conocía.

Tómalo, no es mucho, pero es tuyo
porque en realidad no lo tenía.

Te lo regreso, tú lo descubriste
al cavar con tu mirada y tu sonrisa
en la escondida caverna de mi ser.

Quédate... ¡no te vayas!

Si tú quieres... aún puede ser.

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