Así, como durante años iniciaba un programa radiofónico con algo como<. ""Navegamos en la vieja barca del recuerdo impulsadas las velas con la suave brisa de viejas melodías...", hoy, cuando voy a mi desierto y por la soledad y el silencio me siento cubierto, me doy cuenta que ni estoy solo ni hay silencio.
Me siento en alguna roca e, imaginariamente, corto un quiote y una penca de nopal para hacer un remo (no olviden que estoy loco), la roca es mi canoa y viajo, paradójicamente, no sobre las olas del mar, sino en su fondo,
Veo petrificadas en las rocas las conchas de mil moluscos... y eso que estoy en la cima de una montaña.
Miro a mi alrededor y "veo" nadar monstruos acechando a su presa y cómo ésta escapa, por un momento, de su fatal destino.
Sí, mi desierto es el fondo de lo que fue un mar y yo vengo a descansar.
Algún día formaré parte de su sedimento porque en este mar anclé la barca de mi sentimiento.
l.a-p.
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