jueves, 29 de septiembre de 2016

La vida se va. l.a.p.

La vida se va terminando como el cigarrillo entre los dedos, como el amargo café que saboreo.
Veo el humo y el vapor elevarse lentamente formando bellos arabescos que se diluyen en la nada.

Me parece poco lo que he vivido, no me refiero al tiempo, sino a lo que he hecho.
Cuánta vida perdí en fugaces momentos de alegría, de inane placer que, más que llenarme, me vaciaron.

Sé que todo comienzo tiene un fin, pero es dificil aceptar el fin cuando es el de uno.

A veces me siento como un viejo mueble que en su momento tuvo su utilidad, pero fue haciéndose anacrónico, desluciendo su apariencia y se abandona en el rincón de los trebejos.

¿Triste? Sí. ¿Decepcionado? También, de mí.

¡Ay, juventud ingrata que me hiciste creer que era eterno e inmarcesible!

Reflexiono y concluyo que así lo quise, obré en la forma que creí correcta. ¿Me equivoqué? Tal vez.

Cierro los ojos y sonrío al ver pasar por la memoria lo que viví. Entonces, ¿para qué lamentarme?

Gracias, Dios, por darme una vida y la libertad para vivirla como quise.

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