sábado, 3 de septiembre de 2016

Tu mirada. El horizonte. l.a.p.

La lluvia de tu mirada me baña haciendo germinar la dormida semilla de mis ansias.
Mi cansado cuerpo se estremece y vibra bajo la tierra del tiempo y se abre paso para que brote la planta de mis deseos ofreciéndote el fruto de mis afanes.
Lo tomas y lo llevas a la boca resucitando así los recuerdos.
Nuevamente mis ramas se cubren como una enredadera al muro y nos fundimos para dejar d ser dos y ser lo que siempre hemos sido: ¡Uno!

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Las llamaradas del horizonte se encienden y el cielo se matiza con los colores de la pasión, así, como yo, va muriendo el día: ardiendo. Nunca fui tibio ni frío para vivir, ¿por qué habría de serlo a la hora de morir?
Viví intensamente, moriré de igual manera porque sé que la muerte no es la nada, es sólo una transición pasajera que me llevará a una nueva vida.
¿Cómo será? No lo sé y eso me entusiasma, nada más atractivo que lo desconocido.
Sin miedo cruzaré bajo el dintel porque sé que mi fe me dice que al fin me reuniré con ÉL!

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l.a.p.

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