No eras aún ciudad, mi pueblo amado, y ya tenías tus hermosos y sólidos palacios.
La cantera y el ladrillo cobraron formas elegantes y señoriales y la distinción de los pocos habitantes es reconocida y admirada por extraños.
Fue aquí, en ese entonces pequeño poblado, donde surgen las ideas por un gobierno democrático y quedaron impresas en "La Sucesión Presidencial" suscrita por el Apóstol de la Democracia... una revoluvión que aún no termina porque los ideales aquí nacidos nunca se llevaron a cabo... Es curioso notar cómo las palabras revolución y democracia tienen la misma cantidad de letras.
De aquí ha emigrado gente que te ha honrado, que se han distinguido en la ciencia, en el arte, en las humanidades y los que se han quedado siguen el ejemplo como lo han hecho siempre: sin bombos ni platillos, los que se han ido jamás han negado su cuna y con orgullo pregonan que son de San Pedro de las Colonias, Coahuila.
Nuestra histórica plaza de armas debería engalanarse, para ejemplo de las nuevas generaciones, con los homenajes que se les han negado a quienes han puesto tan alto tu nombre en todo el mundo.
Qué triste hacer realidad el viejo refrán "Nadie es profeta en su tierra".
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