Las percusiones redoblan
y el piano se desgrana
con un ritmo cadencioso,
es imposible no sentir,
no desear convertirse
en parte de la música.
Una comunión de tres:
música, ella y yo;
una trilogía fundida
al vaivén del crisol
de los sonido armónicos
que incendian y no queman,
sólo funden
en armonía cadenciosa:
El Danzón!
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