martes, 29 de septiembre de 2015

De: Sombra sin luz. de l.a.p.

¡Cuánto he deseado!
Pero... ¿que ha valido la pena desear?
Me consumo sin arder y es lo que deseo: arder.
No quiero consumirme pudriéndome.

Qué bello sería que mis deseos ardieran
y se realizaran así: ardiendo,
que fueran destellos de luz en la oscuridad,
destellos continuos, pero aal fin, destellos de luz.

Pero no, desear así sería soberbia.

Quién soy para desear arder con luz?
¿Nadie?
Tampoco, soy alguien y, como tal, deseo
y puedo desear lo que quiera,
al fin que el deseo no es un hecho,
es, simplemente un deseo, algo íntimo que no sale de mí.

Entonces seguiré deseando, tal vez -el eterno tal vez-
algún día, circunstancial, casualmente,
choque como el pedernal con algún acero
y brote, instantáneamente, fugazmente, una chispa.
Si es sí, mis deseos se habrán cumplido.


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